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El negocio de las máquinas de apuestas auxiliares (las que están al final del bar o en la sala del bingo y en las que se puede meter dinero para operadores como Codere, Sportium, o Luckia) lleva siendo muy fructífero desde que la administración recopila datos. Desde 2013 las cantidades ganadas (por la banca, claro) iban para arriba como un tiro, hasta que la pandemia cortó su progresión. 

A pesar de esto, cabe hacer una lectura más profunda de la situación. Según las memorias anuales del juego el número de máquinas de este tipo no ha parado de subir también desde el año 2013, e igualmente se han triplicado. De 2.813 hace ocho años a 6.440 en 2019 en toda la Comunitat Valenciana (últimos datos disponibles). La mayoría de estas máquinas se sitúan en locales de hostelería y salones, pero también pueden encontrares en casinos o bingos. Por provincias, València acapara casi la mitad de todos estos aparatos, con 3.035, seguida de Alicante con 2.535 y Castelló con 870. 

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